Antes que nada quiero pedir una disculpa, ya que por fallas en mi equipo de cómputo interrumpí mis comentarios las dos ultimas semanas, el problema se ha resuelto y ya estoy con ustedes nuevamente, espero no volver a faltar a esta cita semanal.
Entrando en materia, iniciamos un nuevo trimestre, donde hablaremos las siguientes trece lecciones de las bendiciones de Dios. En la primera lección aprendimos lo que son las bendiciones de Dios, en esta segunda hablaremos de la importancia de las bendiciones de Dios, así que sin más, procedo a hacer, como siempre con todo respeto para el autor de las lecciones, mi análisis y comentarios sobre las mismas.
Para la lección pasada, me atreví dar un significante de la palabra bendición que dice de la siguiente manera: “Un beneficio real y practico nuestra vida”, y eso es lo que o veo en el texto para memorizar en esta lección. ¿Qué más enriquecedor que una bendición de Dios? Y ¿Donde podemos hallar más alegría que en una bendición de Dios?
Es importante que no perdamos de vista esto, lo importante de las bendiciones de Dios, que no nos acostumbremos a recibirlas, ya que Dios no esta obligado a otorgarlas, Él nos la da porque nos ama, y ahí esta la clave, sí vivimos siempre el amor de Dios, reconoceremos esas grandes bendiciones que Dios nos da constantemente. Y como hemos sido llenados de esas bendiciones por Dios Sal 40 .3, tenemos, sólo así, la capacidad de corresponder a Dios esas bendiciones por medio de alabanzas, gratitudes y una conducta grata a su presencia. Es por eso que cada día al igual de Jacob, adoptamos la actitud de no dejar pasar las bendiciones, porque ya hemos valorado lo importante que son, y sólo con esa actitud las podemos conseguir.
Lo anterior es la esencia de la lección, aunque claro en las preguntas ya se tocan algunos detalles más, que incluso incluyen a David, el cual nos muestra una actitud y una seguridad propia de un hijo de Dios, en cuanto a saberse depositario, por su conducta, de las bendiciones de Dios, y nos enseña que no hay hombres justos que no tengan esas bendiciones. Lo cual nos hace recapacitar, para que al igual que David nosotros vivamos con seguridad esas bendiciones y no las perdamos por algún descuido nuestro.
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