domingo, 26 de septiembre de 2010

Lección 1 - Conducta sabia


Una lección perfectamente bien estructurada que nos habla sobre la prudencia, una cualidad de la sabiduría que pocas personas tiene, pero que todo hijo de Dios, por recibir el poder de su Santo Espíritu podemos poseer.

Dicen los antiguos griegos que la prudencia tiene tres rostros, uno que mira hacia atrás (el pasado), otro que mira hacia el frente (el presente) y otro que mira hacia delante ( el futuro); cuando la prudencia va a realizar algo, el rostro que mira hacia atrás ve hacia el pasado, para analizar experiencias vividas, el que mira hacia delante ve al futuro para analizar las consecuencias de los actos, para que así la cara que al frente, actué de la mejor forma posible..

La prudencia esta muy ligada a la experiencia de vida, pero siempre y cuando uno mismo quiera adquirir esa sabiduría. En el caso de los hijos de Dios, tenemos igualmente la facultad y mejor aun, la disponibilidad de Dios para poder adquirir la prudencia, como el ejemplo que nos da la lección, David a pesar de ser un joven, tiene el don de la prudencia, por gracia de Dios, es decir sabe cuando callar y cuando hablar, cuando actuar y cuando quedarse quieto; esto le gano la estima del rey y de todo aquel que lo conocía.

La prudencia, es como dice la lección, una de muchas conductas sabias, que nos distinguen del resto de la gente, nosotros como hijos de Dios, sabemos la consecuencias de nuestros actos, por lo cual actuamos prudentemente, para siempre obtener el mejor de los resultados, en toda las áreas de nuestra vida y más en el aspecto espiritual.

Me da gusto encontrarme con una lección que nos deja mucho espiritualmente, y se cumple el propósito que la palabra de Dios.

Bienvenido sea este trimestre.

He puesto de imagen una pintura de Tiziano. Hacia 1560 Tiziano ejecutó un óleo sobre lienzo en el cual figuran tres cabezas humanas sobre tres cabezas de animales: en el centro, la cabeza de un hombre de rasgos maduros encima de la de un león; a la derecha, la cabeza de un hombre joven encima de la de un perro; a la izquierda, la cabeza de un hombre anciano encima de la de un lobo. Aludiendo a la madurez, a la juventud y a la vejez, la prudencia como principio es estimulada en el espectador a través de una inscripción en latín, que reza: EX PRAETERITO PRAESENS PRUDENTER AGIT NI FUTURU[M] ACTIONE[M] DETURPET (“A partir de la experiencia del pasado, el presente actúa de forma prudente para no errar en acciones futuras”). Se mantiene aquí el mayor principio de la alegoría, es decir, el principio de las correspondencias, de las semejanzas tácitas entre ideas e imágenes, produciendo una serie de metáforas que explican de manera más gráfica o concreta el concepto.

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