lunes, 17 de enero de 2011

Lección 4 - La bendición de participar de la Cena del Señor


La Cena del Señor, es uno de los actos más importantes dentro de la vida cristiana: Fue un mandamiento expreso directamente de la boca del Señor, momentos antes de saber que habría de ser sacrificado, por cual establece el rito de la Cena del Señor para conmemorar ese día y para confirmar la unidad que existe entre Él y nosotros, entre nosotros y nuestro Padre.

En eventos previos a la última cena pascual e institución de la Cena del Señor, Cristo, ya les había dicho algo al respecto Jn 6.51-57, el relato nos indicia que los judíos no entendieron porque les decía que su carne y su sangre eran verdadera comida, incluso les resulto algo abominable; no nos dice que cual fue la reacción de los sus apóstoles; lo que si es seguro es que cuando el Señor les mostraba el pan azimo y el jugo de la vid en la copa, y les daba la referencia que esos elementos representaban su carne y su sangre, los apóstoles fueron iluminados y entendieron que al realizar ese acto, cada año, podían seguir en comunión con su Maestro, …el que come mi carne y bebe mi sangre permanece en mí y yo en él…, palabras del Señor, que son una garantía de que así será hasta que el regrese a la tierra.

El Señor no nos dejaría solos, si bien existe la fe y el Santo Espíritu de Dios, tenemos también esta bendición, el ritual de la Cena de Señor, con el cual año con año, confirmamos nuestra unión con Él y nuestro Padre; comemos al Señor, bebemos al Señor, por lo cual somos parte del Señor y el de nosotros, esto en sí es la grande bendición.

De ahí que se vuelva importante la participación en este ritual, por todos aquellos que hemos hecho el pacto con nuestro Dios (siendo bautizados); por lo cual es importante hacer uso de la reflexión para presentarnos ante la mesa del Señor de una forma digna y grata. Una forma en que nos sintamos bien en nuestra relación que tenemos con Dios; el apóstol Pablo nos invita a ese examen de conciencia en 1Co 11.28, para que una vez hecha esa reflexión participemos de la mesa del Señor, lo cual nos seguirá trayendo consigo grandes bendiciones.

La lección pasada hablamos del bautismo como producto de una profunda reflexión y arrepentimiento y la transformación que Dios opera en nuestro espíritu; como ya tenemos la simiente de Dios 1Jn 3.9, esperamos gozosos cada año para participar de los emblemas representantes del cuerpo y la sangre de Cristo y del lavamiento de pies los unos a los otros, para así confirmar la unión que se ha creado desde el momento que fuimos transformados.

No hay comentarios: