lunes, 25 de octubre de 2010

Lección 5 - Un mal hábito


Un hábito, sea como fuere, puede cambiar, para bien o para mal. En esta lección hablamos de un mal habito, el cual con la ayuda de Dios lo podemos corregir, para beneficio de nuestro espíritu.
Dentro de nuestra forma de vida, hay aspectos que la palabra de Dios no marca como pecado, pero que si detienen nuestro crecimiento espiritual, tal es el caso de los malos hábitos. Casi siempre los hemos adquirido desde nuestra infancia, producto, en su mayoría, de la familia donde crecemos. Los hábitos son producto de la imitación hacia nuestros padres, en su mayoría, tenemos los hábitos que tenían o tienen nuestros padres; ellos veían la vida de cierta forma y tenían diversas reacciones para enfrentar la vida, esas reacciones son los hábitos que se quedan en nosotros (buenos o malos).
El hábito de quejarse de todo cuando nos pasa, de lo que en apariencia nos perjudica, es algo que en algún momento vimos en nuestros padres; y así nosotros hemos heredado en nuestro inconsciente el quejarnos de todo “lo malo” que pasa en nuestra vida. Esto es lo mismo que pasó al pueblo de Israel, desde sus orígenes se quejó, del calor del desierto, de que no tenían que comer y ni siquiera un lugar donde ser sepultados; así aprendió el pueblo y en el antiguo testamento vemos la constante queja en todos los tiempos del pueblo de Israel.
Como dije anteriormente esto no es un pecado, siempre que no se blasfeme de Dios, pero si es un impedimento para el correcto desarrollo de nuestro espíritu.
Pero ¿Cómo dejar de quejarnos? Creemos (como creían nuestros padres), que la vida no ha sido justa con nosotros, lo cual produce insatisfacción. Aunque tengamos lo necesario, el mal habito que esta en nuestro inconsciente, hace que surge el deseo de quejarse. En pregunta siete de la lección, se citan dos proverbios que hablan de que los hombres de bien estamos contentos con lo que tenemos; y es que esa la clave y para eso nos ha llamado Dios, para ser personas felices, y que es la felicidad sino estar cada día menos angustiado.
Quitarnos el mal habito de quejarnos, se logra sólo con la capacidad que tengamos de contentarnos con lo que tenemos como dice el Apóstol Pablo Fi 4.11, y esa capacidad surge en nosotros como un fruto del espíritu, la cual la Palabra de Dios,llama Gozo, cuando en nosotros es depositado el Santo espíritu de Dios Ef 1.13-14, uno los efectos sanadores en nosotros es el gozo Ro 14.17, Ga 5.22, Ro 15.13.
Así que la forma con la cual se puede quitar de el mal hábito de quejarnos, es dejando que el Santo espíritu de Dios habite en nuestro ser 1Co 3.16, y que empiece esa transformación interna, para saber quienes somos (hijos Dios) y el valor que tenemos (la sangre de Cristo), y una vez que el poder de Dios actúa en nuestro ser, aprendemos a valorar lo que tenemos, como una bendición de Dios y no en cantidad. Y si sabemos que es una bendición de Dios, nos llenamos de gozo al saber que para Dios somos importantes, porque su bendición es igual constante. Y somos felices con todo lo que tenemos y más con lo que somos.

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